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Para no olvidarte, Ari. Por Ma. Graciela León

En Quintana Roo, ese lugar aparentemente soñado, que representa la carta de presentación para el turismo internacional en México, existe una realidad brutal que el gobierno pretende negar. Ahí, en el paraíso de los llamados springbreakers, la explotación sexual infantil ocupa el segundo lugar a nivel nacional, las mujeres ganan un 52% menos que los hombres, los secuestros han aumentado 34% en los últimos 6 años y los feminicidios se han incrementado de forma alarmante[1].

Tan sólo en el último año se contaron 13 feminicidios en un lapso de 3 semanas (octubre-noviembre 2015). Elsy del Rosario Sánchez, de 31 años, fue agredida sexualmente antes de que la estrangularan con un cable; a Paloma Guadalupe Balam, de 18 años, la asesinó su esposo asestándole nueve puñaladas; el cuerpo de María Karen Carrasco fue encontrado con signos de violencia sexual antes de que terminaran con su vida[2]; a Rebeca Rivera Neri la golpearon tanto que le destrozaron el rostro antes de estrangularla, y a María Fernanda Vargas, de tan sólo 13 años, la violaron y asesinaron a golpes de pica hielo antes de arrojar su cuerpo en un camino de terracería[3].

Pero como suele suceder en este país colmado de corrupción y prepotencia por parte de las autoridades, cuando se le reclamó al gobernador Roberto Borge[4] por estos hechos condenables y se le solicitó declarar una alerta de género en el estado, su respuesta no sólo fue negativa sino que además se dedicó a atacar a las voces que reclamaron justicia: “quien denuncia feminicido atenta contra Quintana Roo y pretende hacerle daño a la industria que vive del buen nombre del estado”[5].

La ridícula e indignante respuesta de Borge pretende ocultar un fenómeno que lleva años repitiéndose, feminicidios que en su inmensa mayoría quedan en el silencio y la impunidad. Es por eso que hoy queremos detenernos en el caso de una mujer en particular, Arisai Orizaba Nieto, porque quienes lean este texto pueden ayudar con un click a la familia de Ari a exigir la justicia que le han negado.

ARIArisai Orizaba Nieto

Fue en octubre de 2010 que el cuerpo de Ari fue encontrado en la casa en la que vivía, en Puerto Morelos. A Ari la ultrajaron, la golpearon con una plancha y la asfixiaron con una almohada hasta matarla. Tenía tan sólo 25 años. Ari era una persona muy alegre, quería ser maestra y le encantaba trabajar con niños; oriunda del Distrito Federal, se mudó a Quintana Roo a finales del 2008 en busca de nuevas oportunidades, pero en su camino se encontró a José Antonio Sánchez Solís, su asesino.

Ari entabló una relación sentimental de poco más de un año con José Antonio. Yuritzi, la hermana de Ari, nos comentó que Ari fue víctima de violencia verbal, emocional y física por parte de José Antonio, quien poco a poco fue dando muestras de ser una persona posesiva: “era excesivo con las llamadas y a Ari le molestaba que fuera tan celoso”. Lamentablemente la situación empeoró hasta llegar a la violencia física: el cuerpo de Ari tenía marcas de golpes que José Antonio le propinó días antes de su muerte.

Ari le comentó a un miembro de su familia que ya no quería estar con José Antonio y que esta vez iba a terminar con él –lo había intentado antes pero José Antonio la amenazaba con matarse y ella desistía-; Ari quería regresar al DF y dejar todo atrás pero José Antonio no la dejó y, en complicidad con otros tres individuos, terminó con su vida.

Esto fue hace más de cinco años: es el tiempo que la familia de Ari lleva intentando que se haga justicia. A través de los esfuerzos de su hermana, Yuritzi Orizaba, se abrió una página de Facebook llamada Justicia para Ari, una página web y una petición en Change.org: para pedir a las autoridades que se reactive el caso, pues no terminaron de hacerse las averiguaciones necesarias, los asesinos se dieron a la fuga y el caso quedó inactivo, así que solicitamos tu apoyo para firmar la petición y no olvidar a Ari.

En México 47 de cada 100 mujeres sufren violencia por parte de su pareja (emocional, económica, física, sexual), de ese porcentaje de mujeres violentadas, 13 de cada 100 han declarado padecer agresiones físicas, combinadas o no con hechos emocionales y económicos[6]. Aun así, las procuradurías del estado de Quintana Roo, y de la República, no consideran estos casos como feminicidios y no hace las averiguaciones con la perspectiva de género a la que están obligados por ley. El caso de Ari refleja tanto la omisión como la realidad de muchas mujeres que sufren de violencia en México, violencia que puede y debe evitarse.

La impunidad del país ha dejado libe a José Antonio Sánchez Solís, quien ha sido auxiliado por su familia, proporcionándole los medios para escapar de la justicia, es por eso que también hacemos un llamado para que, si lo reconoces, le des pistas a la familia de Ari para dar con su paradero. Como sabemos, lamentablemente las investigaciones en los casos de desapariciones y feminicidios en este país deben ser realizadas generalmente por las familias de las víctimas, ante la ineptitud y/o complicidad de las autoridades.

Foto José Antonio-asesinoAri con su asesino José Antonio Sánchez Solís

¡No te olvidamos, Ari, tu muerte no puede quedar impune, y con la ayuda de todxs podemos hacer justicia!


[1] http://aristeguinoticias.com/0911/mexico/crisis-en-el-paraiso-articulo-de-lydia-cacho/

[2] http://www.jornada.unam.mx/2015/11/07/estados/031n3est

[3] http://www.sinembargo.mx/16-11-2015/1550458

[4] Sí, el mismo Roberto Borge que acaba de devastar el Manglar de Tajamar cometiendo uno de los ecocidios más infames en el país.

[5] http://aristeguinoticias.com/0911/mexico/crisis-en-el-paraiso-articulo-de-lydia-cacho/

[6]http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/estudios/sociodemografico/mujeresrural/muj_viol.pdf

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About María Graciela León Matamoros

Colaboradora, argüendera y talismán de La que Arde. Doctorante en El Colegio de México. Historiadora de profesión, renegada de corazón. Alarmada por la violencia naturalizada hacia mujeres y niñas, arde porque se rompan los esencialismos y se erradiquen por completo las prácticas brutales y cotidianas en contra de las mujeres, desde la inaudita violencia física hasta las “sutiles” imposiciones en el día a día.

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